Día Internacional de los Derechos Humanos

El Día Internacional de los Derechos Humanos, que se celebra cada año en todo el mundo, conmemora el aniversario de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948. Nuestras dos Fundaciones están tanto más deseosas de asociarse a este acontecimiento cuanto que René Cassin y Robert Schuman desempeñaron un papel importante en la génesis de la Declaración de 1948.
Fundación René Cassin, foto René Cassin René Cassin, que fue miembro francés de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, contribuyó decisivamente a la redacción y difusión de la Declaración Universal de Derechos Humanos, recibiendo el Premio Nobel de la Paz en 1968.
Cassin formó parte de la delegación francesa en la Asamblea General, en calidad de Vicepresidente del Consejo de Estado, e intervendría elocuentemente la víspera de la votación decisiva del 10 de diciembre, para defender la obra colectiva realizada, en un momento en que se cernían los nubarrones de la Guerra Fría. El 12 de diciembre, Robert Schuman, en calidad de Ministro de Asuntos Exteriores, pronunciaría el discurso de clausura de la 3ª sesión anual de la Asamblea General, celebrada en el Palacio del Trocadero de París.
Foto de la Fundación René Cassin Hombre, Día Internacional de los Derechos Humanos En esta ocasión, subrayó «su orgullo por haber visto adoptada en París la Declaración Universal de los Derechos Humanos». Los franceses consideran que es, en cierto modo, un homenaje a los esfuerzos seculares del espíritu francés por buscar la paz universal y a las luchas que la nación francesa ha librado al servicio de la libertad y del respeto de la persona humana». Los dos hombres, de temperamentos, compromisos y convicciones muy diferentes, uno nacido en Luxemburgo en 1886, el otro en Bayona en 1887, pertenecientes a la misma generación que había vivido dos guerras fratricidas, estaban animados por el mismo idealismo jurídico. Consideraban que el respeto de la ley era el fundamento de la justicia y la paz en el mundo. Para ellos, el respeto de los derechos humanos era inseparable del reconocimiento de la dignidad inherente a la persona humana.
El Convenio Europeo de Derechos Humanos, firmado por Robert Schuman en 1950, está en consonancia con la Declaración Universal de 1948. Lleva un paso más allá la garantía colectiva de los derechos fundamentales. En él, los Estados miembros del Consejo de Europa reafirman «su profunda adhesión a aquellas libertades fundamentales que constituyen el fundamento mismo de la justicia y de la paz en el mundo, y cuyo mantenimiento depende esencialmente, por una parte, de un sistema político auténticamente democrático y, por otra, de la comprensión y el respeto comunes de los derechos humanos que en él se proclaman». El tríptico que vincula el Estado de Derecho, la democracia y los derechos humanos, que se encuentra en el corazón de los valores europeos, ya es evidente. El trabajo incansable de los pioneros conserva toda su profundidad histórica y su pertinencia en un mundo plagado de crisis, conflictos y amenazas, para Francia, Europa y la comunidad internacional. Como dijo magníficamente Léon Bourgeois: «La paz es la duración de la ley».

Lejos de ser una coacción o una superestructura, es una garantía, que asegura la igualdad entre todos los Estados y entre todos los individuos.

Esto es válido tanto para cualquier Estado de derecho, sobre la base de los principios constitucionales, como para una Europa nacida de los tratados fundacionales, en nombre del Estado de derecho. Europa se construye por el derecho y dentro del derecho, sin que el «gobierno de los jueces» sustituya al diálogo de los jueces, que es garantía de transparencia, coherencia y eficacia. Los derechos humanos, que se nos han hecho tan familiares que los damos por sentados, están siendo cuestionados tanto en su universalidad como en su eficacia. Europa debe permanecer fiel a «este patrimonio común de ideales y tradiciones políticas, de respeto de la libertad y del Estado de Derecho», ya sea en el marco de la Unión Europea o del Consejo de Europa. Pero, sobre todo, el 10 de diciembre debe recordarnos que los derechos humanos son principios universales, fundados en el rechazo de la miseria, la fuerza y la arbitrariedad, y en la aspiración a la libertad y la dignidad que está arraigada en todo ser humano. Más allá de los Estados, la Declaración Universal es un ideal común dirigido a todos los pueblos y a todas las naciones, a todos los individuos y a todos los órganos de la sociedad. Éste es el significado primordial del mensaje siempre nuevo proclamado en París en 1948.